Poco a poco las salidas en mar van aumentando en nuestro calendario mosquero, dejándonos totalmente enganchados. En especial la pesca en mar abierto, pudiendo capturar atunes, llampugas, serviolas, palometas, caballas...
Varias salidas hemos realizado este año por la zona del Delta. Jornadas teniendo grandes atunes comiendo en pajarera por todos los lados de la barca. Es impresionante cuando divisas un averio y, conforme te acercas y empiezas a ver el espectáculo, tu corazón se dispara. Te pones en el sentido de la pajarera, se para el motor de la barca, y comienzas a ver peces de más de un metro acercarse a ti pegando golpetazos por el agua.
Es un momento mágico. El sonido que se escucha es poco menos que aterrador, casi que da miedo echar la "mosquita" que has montado el día anterior ¡Pero hemos venido a pescar! así que te concentras mucho para no desperdiciar ocasiones, y cuando lo haces y ves que has conseguido un buen lance y que tu mosca está surcando por el buen camino, abres bien los ojos y empiezas a rezar "¡¡¡por favor, que la coman!!!". Aunque este sentimiento deseoso se mezcla con la preocupación que te provocan preguntas como "¿Subirá bien toda la linea sobrante que tenemos por la bañera del barco?", "¿Pasarán bien los nudos por las anillas?", "¿Aguantará el freno... los nudos... la caña...?" Una sensación que no me ha pasado nunca en toda mi vida de pescador a mosca con ninguna especie. De todos modos este año, a pesar de haber tenido varios clavados por parte de mis amigos Arturo y Txema o por la mía propia, no hemos podido llevar a flote ninguno de los grandes a mosca. Creo que tendremos que esperar a la próxima temporada para estos grandes, así que este invierno tenemos mucho que entrenar, en cuanto a recogidas, análisis de lineas, cañas, moscas, lance.. y la próxima temporada seguro que fotografiaremos varias capturas.
La otra pesca, la divertida, en la que no se padece sino que se goza, es pescando los pequeños, con equipos ligeros (lineas 7 u 8 ). Una vez que damos con los peces tanto en pajarera como comiendo por bajo, es una flipada ver a estos torpedos cómo comen y cómo comienzan a correr como locomotoras, de una manera inimaginable para su tamaño. Soy de la opinión que la pesca de este tamaño es la más mosquera: el pez no sufre como los grandes, tienen una recuperanción estupenda, ya que enseguida se les saca a flote, la clavada es muy rápida, la mosca casi nunca llegan a tragársela y el desclavado es muy bueno. Las moscas las tenemos más que claras, colores verdes, blancos y azules, montados en difrentes materiales, son lo que mejor resultados nos ha dado. Así como pescando los grandes es fácil que podamos contar con los dedos de la mano los peces subidos a barca, con los peques podemos tener días como el del sábado pasado, que hicimos unos 60 aproximadamente.
Llega la hora de las llampugas, otro pez de espectacular pesca, y también desesperante en muchos casos. Un demonio que cuando está rabioso es puro nervio, atacando a la mosca por todos los lados posibles, y que en ocasiones no llega a clavarse, pudiendo poner de los nervios al pescador más tranquilo. Ya llevamos varias esta temporada y aún nos quedan muchos días para disfrutar de ellas.
Y, por supuesto, algo importante como en todo tipo de pesca es el respeto a los peces. En todas las salidas que he hecho no he visto morir ni un pez. Da igual que sean atunes, que truchas, que... debemos concederles la libertad y estarles agradecidos porque sin ellos nuestra pasión no sería posible.
Agradecer a Txema por su hospitalidad y por poner a nuestra disposición todos sus conocimientos sobre estas aguas, y a Joaquim y su familia, de Deltagamefishing,
Saludos
